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Laboradictos
La adicción al trabajo, que puede aparecer en cualquier etapa y ámbito de la vida laboral, se suele presentar a partir de los 30 años en personas con un nivel socioeconómico medio-alto y, sin embargo, procedentes de un estrato bajo. Muchos se sumergen en esta vorágine para llenar su gran vacío existencial. Es actualmente una de las formas de adicción legal sin droga más establecidas, y más sutilmente solapadas, en una sociedad en la que priman los valores de la productividad, la competitividad, el éxito social y la búsqueda de bienes materiales. Uno de cada cuatro enfermos coronarios de 40 a 60 años padece adicción al trabajo. Los laboroadictos tienen una personalidad hostil, hiperactiva, impaciente y controladora
¿Cómo puede pasar un derecho humano a convertirse en una verdadera droga no química, que altere la salud del propio afectado y perturbe toda su vida?. Sólo puede entenderse el trabajo como un objeto adictivo en tanto que hoy es una fuente de placer indirecto, que aporta al individuo una compensación material, una independencia económica, un reconocimiento social y la catapulta hacia el éxito y el poder.
Para llegar a ser un laboroadicto es fundamental poseer rasgos de personalidad que impliquen un alto nivel de actividad y de receptividad a los logros obtenidos, con grandes toques de hostilidad e impaciencia. El trabajador entregado y sano es, por el contrario, muy afiliativo, sabe delegar y transmitir entusiasmo a sus compañeros, subordinados o superiores. Además se desenvuelve perfectamente en equipo y sabe compartir responsabilidades y disfrutar de los éxitos de los demás. Todas estas bondades se convierten a menudo, sin embargo, en el blanco de los trabajadores hiperactivos, envidiosos y hostiles.
El llamado patrón A de conducta es el principal responsable o uno de los más destacados factores de riesgo de la laboroadicción. Quienes presenta este patrón son, por definición, personas con altos grados de impaciencia, hostilidad y actividad; muy sensibles al éxito social obtenido, y recelosos a evaluar los éxitos de los demás. Pese a su aparente prepotencia, son siempre vulnerables a los vaivenes ambientales y dispuestos a dirigir su actividad a la adquisición de éxitos a corto plazo. Suele ser también muy exigentes, despectivos, autoritarios e incluso tiránicos con sus subalternos. Son incapaces de delegar y tienen la convicción de que nada saldrá bien si algo escapa a su control.
Enganchados al trabajo
El patrón A de conducta, tan vinculado al laboroadicto, tiene asimismo un gran nexo de unión con lo que los japoneses llaman el problema social del Karoshi, que es la muerte ocasionada por un exceso de trabajo. Las víctimas de este fallecimiento son en el 95% de los casos hombres y sólo el 5% restante mujeres. La mayor parte son directores y gerentes, pero también hay otras profesiones, como marineros o taxistas. El desenlace se suele producir entre los 40 y 60 años en forma de enfermedad coronaria (angina de pecho, infarto de miocardio o muerte súbita) y de hemorragia cerebral.
Se ha constatado que en torno a un 25% de enfermos coronarios de entre 40 y 60 años son adictos al trabajo, con una entrega desproporcionada e irrefrenable a la actividad laboral a costa de suprimir la vida personal y familiar y de sacrificar otros aspectos gratificantes de la existencia humana. Además de la adicción al trabajo, suelen presentar otros factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión, las alteraciones de los lípidos, el sedentarismo, la obesidad y el consumo de drogas químicas.
Viven sólo para su ocupación y se sienten desolados e irritados cuando están alejados de ella. No saben disfrutar del tiempo libre ni de las relaciones personales. Están sometidos a un gran estrés y son incapaces de armonizar las cuatro grandes dimensiones vitales: trabajo, vida familiar y social, descanso y tiempo libre. Los puestos directivos de empresa implican un estrés más competitivo; los escritores y artistas son a menudo embargados por el estrés de la creatividad; los médicos y demás personal sanitario, por el estrés de la responsabilidad; los periodistas, por la prisa; los pilotos, policías, mineros y trabajadores de industrias nucleares y químicas, por el riesgo; los no cualificados, por el aburrimiento y el vacío, y las amas de casa, por la soledad. La personalidad con base hipercompetitiva e insegura es fácilmente absorbida por el estrés.
Las mujeres se están incorporando cada vez más al patrón A de conducta: "Suelen más impacientes que hostiles, si bien se admite que la impaciencia deriva de la hostilidad. Lo cierto es que las adictas al trabajo superan con mucho a los hombres en cuanto al espectro de operaciones. Esto es, pueden ser tan autoritarias y competitivas como los hombres, pero son capaces de abarcar más actividades".
La adicción, legal y solapada, se acompaña de otros factores
El paciente laboroadicto sólo pide ayuda cuando las agresiones del mundo laboral son lesivas en extremo para ellos, ya sea mediante somatizaciones (dolencias orgánicas) u otros procesos (ansiedad, depresión).
Dada la extrema exigencia y hostilidad en forma de desconfianza de estos pacientes, el especialista se juega la continuidad de la ayuda en la primera consulta. Pero también es justo reconocer a su favor que, cuando se sienten bien tratados, comprendidos y valorados, son muy agradecidos a las propuesta del facultativo y se puede negociar cambios con ellos a un ritmo adecuado y sin estrés.
La propia acepción etimológica del vocablo trabajo procede del término latino tripalium, que era un instrumento compuesto de tres estacas o palos, que se empleaba hasta bien entrada la Edad Media, para torturar a los esclavos que se negaban a trabajar. A partir de la revolución industrial del XIX el trabajo empieza a tener muchas caras y pasa a ser un derecho que dignifica al hombre y a la mujer. Como tal derecho está recogido en el artículo 35 de la Constitución española y de él gozan, en mejores o peores condiciones, más de 17 millones de personas en España.
Tras la industrialización, las innovaciones aportadas por las nuevas tecnologías han hecho que en siglo y medio el promedio de tiempo de vida por persona dedicado al trabajo pase de 220.000 horas a las 77.000 actuales, es decir, casi la tercera parte. Es en las décadas de 1940 y 1950 cuando empiezan a estudiarse en EE UU los factores psicosociales del trabajo que pueden incidir sobre la salud. Esta nueva concepción se rige por la idea de que el trabajador es ante todo un ser humano, cuyo trabajo está al servicio de su vida y no al revés.
Perfíl del laboradicto
Hiperambicioso: habituado a la lucha despiadada para promocionarse e imponer sus proyectos profesionales; competitivo: necesitado de obtener supremacía sobre los demás; culpabilizado: con una mentalidad masoquista que asume la sobrecarga del trabajo como una gratificación para aliviar su necesidad de revivir castigos y refuerzos negativos; inseguro: busca en la aprobación de los superiores una mayor autoestima y autoafirmación; aislado y solitario: sin vínculos de amistad y familiares de cierta solidez y que sólo encuentra en las relaciones personales del entorno profesional la ansiada interacción con los demás. La unidad de vida que suele alterarse con frecuencia y celeridad ante una adicción al trabajo es la familiar. A menudo la salud mental del cónyuge y de sus hijos se resiente al poder soportar los repetidos enfados y ataques de cólera, que además sumen al adicto en un marco de incomunicación y trato autoritario. Algo muy similar se desencadena en el trabajo con sus subordinados, aunque a veces, y sólo en un principio, esa conducta de laboroadicción se convierta en una motivación de satisfacción y estima para quienes trabajan con él. Socialmente, es "descontrolado, también por el consumo abusivo de café, alcohol, cocaína, tranquilizantes e hipnóticos que persigue neutralizar el agotamiento emocional que le atenaza". Su estilo de vida es además anárquico e irregular.
Workaholico
1¿Qué entendemos por Workaholico?
Workaholico es una palabra importada directamente del inglés que podemos traducir como adicto al trabajo.
Como adicto al trabajo entendemos aquella persona que tiene una implicación excesiva al trabajo, lo que supone una perdida de control respecto a los horarios, afectando esto a los demás ámbitos de la vida cotidiana.
La sobreimplicación NO responde a una necesidad real.
2 Bajo la adición al trabajo ¿se esconde una carencia personal?
No siempre es así, a veces puede ser el desencadenante.
Lo que se esconde es un espejismo, una idea errónea:
me necesitan
No me pueden sustituir
Otras veces la soledad es la consecuencia:
falta de entorno social, amigos, divorcios, vida familiar
3 ¿ Cuándo la pasión por el trabajo se convierte en una adicción insana?
Cuando se convierte en una adicción, esto es, cuando afecta gravemente a otros aspectos de la vida. Cuando todo el tiempo disponible se dedica al trabajo ó a pensar en el, realmente cuando NO podemos desconectar en nuestro tiempo libre.
4 ¿ La palabra desconectar no existe para un adicto al trabajo?
Pensemos que es un enfermo, podemos sustituir adicto al trabajo por simplemente ADICTO. Entonces la pregunta sería: ¿ existe la palabra desconectar para un adicto?
5 ¿ Existe algún perfil para la persona adicta al trabajo?
En principio el perfil de personalidad “tipo-a” esto es, “todo lo puedo” asociado a la impaciencia, irritabilidad, dominante y autoritario. Pero como tal adicción el perfil de los adictos es universal
6 A la larga, para un empresario, tener algun adicto al trabajo es perjudicial?
La falta de criterio, de visión general, los convierte en simple engranajes, pero son enfermos que deben seer tratados
7 Ambición y adicción, ¿son sinónimos?
Definitivamente no, es más interesante conseguir nuestros objetivos trabajando 4 horas, que trabajar 12 sin siquiera saber cuál es nuestro objetivo
8 síntomas
negación del problema
distorsión de la realidad:
soy insustituible
puedo con todo
necesidad de control
tolerancia creciente ( necesitan más y más)
síndrome de abstinencia en vacaciones
NO toda persona trabajadora es adicta, hay personas trabajadoras que saben desconectar en su tiempo libre.
Tal vez usted esté cada vez más paralizado.
El terapeuta tiene medios eficaces para enfrentar los problemas originados en el pasado o en la forma de vivir actual.
Se han dado importantes avances en los tratamientos por medio de la identificación y modificación de problemas que tienen un gran impacto en el comportamiento humano en general. Por ejemplo, el manejo de la ansiedad ha permitido solucionar de manera efectiva fobias, obsesiones, y demás trastornos asociados a ella. El control de los pensamientos automáticos o las ideas irracionales han sido otro gran avance de la terapia, para la depresión, para el manejo de la ansiedad, para los trastornos de personalidad, etc.
Tanto la ansiedad como los pensamientos se relacionan con el control de la conducta humana. Su control como elemento terapéutico, es parte central de la actual práctica de la psicoterapia.
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