Terapia de pareja |
La terapia de pareja cognitivo conductual se ha centrado en el análisis detallado de los conflictos cotidianos que pueden llevar a la ruptura de la relación, se plantea cómo aparecen los problemas, y cómo se mantienen. Con el objetivo de conseguir intervenciones eficaces, se plantean las formas de superarlos centrándose en aumentar el intercambio de conductas positivas y en mejorar la comunicación y la resolución de problemas. La eficacia de la terapia de pareja cognitivo conductual basada está ampliamente demostrada. La consideración de la estructura de la pareja en sus dos vertientes básicas, como ente social y como relación diádica interpersonal, permite integrar, encuadrar y comprender los últimos avances y aportaciones en la terapia de pareja. Así se obtiene un marco en el que se encuadran los conflictos, las áreas en que se producen, sus formas y consecuencias. El mismo planteamiento proporciona una visión que ayuda a comprender las soluciones que la terapia de pareja cognitivo conductual ofrece, su eficacia y como las últimas aportaciones han ampliado el campo de acción terapéutico, actuando sobre aspectos de la estructura de la pareja que trascienden la mera acción sobre el conflicto. Vista desde la sociedad la pareja es una entidad basada en la relación entre dos personas. Como ente social la pareja se comporta como una unidad y es reconocido así por los que los rodean. Es dentro de la pareja como institución social donde se producen las relaciones diádicas entre sus miembros. Las leyes, los usos y las costumbres marcan y definen unas características básicas en la pareja, como el compromiso que une a sus miembros, y le asignan una función social, influyendo decisivamente en la forma y contenido de las relaciones entre sus componentes. Hasta hace poco la inmensa mayoría de las parejas estaban constituidas por un par de personas de distinto sexo que en función de distintas razones decidían compartir su cuerpo, apoyarse mutuamente en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la alegría y en la tristeza, hasta que la muerte los separase. La pareja era un matrimonio que tenía como objeto social la creación de la familia y plasmaba sus intenciones legalmente en un contrato matrimonial. Actualmente ninguna de las dos cosas es necesaria para que un entorno social considere que dos personas constituyen una pareja; muchas parejas no tienen intención de formar una familia y no plasman su relación por medio de un contrato explícito. El concepto de pareja se ha hecho más amplio. El papel de la pareja y la familia en la sociedad ha ido cambiando a lo largo de los tiempos y la terapia de pareja se ha amoldado a estos cambios. Así, en los últimos doscientos años, la familia ha pasado de unidad de producción a unidad de consumo. Cada miembro de la familia obtiene los ingresos de forma independiente y en la familia se comparten los bienes de consumo, comida, vivienda, etc. La existencia social de la pareja implica que en muchos aspectos mantiene una conducta común, única, y que existen una serie de bienes sobre los que mantiene una propiedad y un uso común. Ante la sociedad emplea el "nosotros" como responsable de la propiedad y de las acciones. Actualmente se supone que el objetivo implícito con el que cada miembro se incorpora a la pareja es hacer la vida más feliz y plena al otro y recibir un trato análogo. Para ello intercambian conductas y comparten, desde un punto de vista social, una serie de bienes y actividades. Lo hacen de forma prioritaria, llegando esta prioridad a ser un compromiso de exclusividad. Existe un compromiso económico por el que se comparten diferentes bienes. Se suele tener una vivienda en común, aunque actualmente son frecuentes las parejas que tienen casas diferentes y alternan la vida en común durante periodos cortos, por ejemplo fines de semana o vacaciones, con la vida separados, cada uno en su piso. Llevan una relación de noviazgo eterno, en la que no existe el proyecto de profundizar y compartir nada más. El compromiso de compartir bienes económicos puede estar respaldado de forma legal o no; en las parejas de hecho, no existe compromiso legal de compartir bienes y generalmente ni siquiera se pacta explícitamente las reglas que se van a seguir. La paternidad /maternidad. Es uno de los motivos que llevan a constituir una pareja estable. Pero también esto está cambiando. La proporción de hijos nacidos de mujeres solteras es cada vez mayor llegando a ser mayoritario en países como Islandia, Suecia o Noruega. Existen otros elementos que se comparten de alguna forma como el prestigio social, los amigos, pero no se hace de forma exclusiva y la variación del grado de una pareja a otra es muy grande. Por ejemplo la exclusividad a la hora de compartir el tiempo de ocio ha cambiado notablemente; si bien no ha sido nunca determinante para el hombre, ahora cada vez es menor la exigencia y mayor la libertad de cada miembro de la pareja para tener sus momentos de ocio independientes. Hay que tenerlos en cuenta porque priorizar la seguridad económica en el caso de las mujeres o el prestigio social en el caso de los hombres puede dar lugar a distorsiones importantes y a conflictos a largo plazo. En cualquier caso es necesario establecer en la terapia de pareja una forma de compartir que tiene que funcionar, compaginando los intereses personales de cada miembro de la pareja. La estructura de la pareja, como entidad social y en sus relaciones diádicas, está determinada por la evolución y cambio de la sociedad y es diferente en cada contexto, religioso, económico o geográfico, pese al proceso de globalización en el que estamos inmersos. El conocimiento de la estructura de la pareja en cada situación social, permite a la terapia de pareja establecer áreas de actuación que van a aumentar su eficacia y ampliar su campo de acción. La consideración de los procesos sociales y diádicos sobre los que se construye una relación permite aclarar y enmarcar el proceso de avance que está siguiendo la terapia de pareja. El progreso de la terapia de pareja incluye el cambio de conductas relacionadas con las emociones y sentimientos, que hasta ahora no ocupaban un lugar principal entre los objetivos a conseguir en la terapia de pareja, para ello actualmente se proponen actuaciones directas sobre elementos básicos de la relación diádica como la intimidad y la validación o centrarse en conductas arraigadas y asociadas a fuertes emociones como son las conductas de apego. Actuar sobre el componente más cercano al amor y la pasión supone la consideración de la mejora del intercambio sexual, no como resolución de problemas patológicos, sino como mejora y potenciación del componente pasional de la relación, para no caer en la rutina y el aburrimiento y evitar que el enamoramiento y la pasión queden totalmente apagados con el tiempo. La importancia de potenciar el compromiso entre los miembros de la pareja se ve en los resultados de la terapia de pareja, porque los miembros de la pareja, cuando son conscientes de la importancia que tiene este compromiso para conseguir los propios objetivos de cada uno de los miembros de la pareja se esfuerzan de manera eficaz en resolver los conflictos, sin necesidad de intervenciones adicionales. Para incrementar el compromiso hay que tener en cuenta que el proceso está compuesto de decisiones de ir compartiendo bienes y conductas con el otro. También hay que tener en cuenta que el compromiso tiene mucho que ver con la presión social que exista sobre la continuidad de la pareja y que estamos en una época en la que se minimiza la importancia del compromiso y de los esfuerzos que el conlleva.
La información que se recoge en Internet debe ser contrastada por un profesionalTal vez usted esté cada vez más paralizado.
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